Carlos Medina. Exposición «Orígenes» Carlos Medina/Carlos Mendoza/Ismael Mundaray Fundación Provincial, Caracas, 2012. |
La geometría es un eje recóndito de lo natural. Si bien la naturaleza
crece y se despliega de manera incesante y libérrima, también es cierto que
desde las partículas microscópicas a las formas del macrocosmos, existen
estructuras que subrepticiamente parecen dar un sustento analítico a muchos de
los objetos y fenómenos que pueblan el medio ambiente.
La celebración del descubrimiento de las fuentes de un río majestuoso y
mítico como el Orinoco, brinda la oportunidad de imaginar el agua y recrear su
esencia ínfima, la gota, como metáfora del nacimiento de todo caudal, y como
recordatorio del ciclo que propicia la vida.
La obra reciente del escultor Carlos Medina conjuga estas reflexiones:
por una parte, es el resultado de un estudio consecuente sobre la geometría de
la gota, como forma perfecta y esencial de la naturaleza; por otra, y a pesar
de su resolución –limpia, brillante, contenida– se desvincula de las
aproximaciones minimalistas al propiciar relaciones de índole poético,
metafórico y sensorial.
El volumen geométrico nunca ha sido para Medina solo cuerpo, ya que la aproximación del artista a la forma no ha sido desapasionada. Por el contrario, podríamos afirmar que el escultor ha indagado en lo geométrico como una vía que le ha permitido develar –o imaginar– un «intrínseco orgánico», que en su trayectoria ha tenido momentos de inteligente asociación con lo cultural-simbólico o con la sensualidad de lo vegetal.
Las «gotas» han venido a compilar y a sintetizar muchas de las
preocupaciones de Medina en cuanto a la geometría y a su sentido. Estas piezas
que, a manera de instalaciones interactúan de una manera más dinámica con el
espectador, dan paso a lo lúdico, a la experiencia sensorial, al recurso
metafórico. En ellas la lluvia surge como una masa transparente, móvil,
envolvente; otras veces, en las ráfagas, el espacio se activa por el impacto de
las gotas dispuestas diagonalmente, acentuado por la sensación de velocidad, el
recuerdo del salpicado, y el establecimiento de un intenso juego de luces y sombras.
La gota, esa esfera que se elonga, que cae por definición, que describe
una trayectoria y salta, se hace entonces forma perfecta para el arte: es
entonces volumen memorioso para la vida, y sacia una sed milenaria, en tiempos
en que es necesario restablecer las fuentes que nos conectan con el planeta.
© Katherine Chacón
*Texto publicado en el catálogo de la exposición «Orígenes. Carlos Medina/Carlos Mendoza/Ismael Mundaray», presentada en los espacios de la Fundación BBVA Provincial, Caracas, abril 2012.
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